Mons. Polito: “La resurrección nos abre a la esperanza, al futuro eterno de Dios”

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El dolor por la muerte del Maestro se transforma. La vida nueva llega a todos porque Cristo ha resucitado.

La fuerza del encuentro con Cristo que ha vencido a la muerte, hace que las mujeres que se dirigieron al sepulcro de madrugada y fueron las primeras en ver a Jesús Resucitado, marchen presurosas a anunciar esta gran noticia a los discípulos.

En esta noche tan dichosa y gloriosa, monseñor Polito Rodríguez Méndez, obispo de San Carlos, presidió la Vigilia Pascual desde la Parroquia Nuestra Señora del Rosario, ubicada en Los Samanes, municipio San Carlos.

En esta noche santa, en la que Cristo pasó de la muerte a la vida, la bendición del fuego o lucernario dio inicio a la solemne vigilia.

Una vez bendecido el fuego que permitió contemplar cómo las llamas disipan las tinieblas e iluminan la noche, monseñor Polito Rodríguez, junto al presbítero José Luis Nava, trazó una cruz en el cirio pascual (que expresa que Cristo es la luz del mundo), la letra griega Alfa sobre la cruz, la letra Omega bajo ella, y los cuatro numerales del año en curso entre los brazos de la cruz, diciendo las palabras indicadas.

Después, el celebrante incrustó cinco granos de incienso en forma de cruz mientras dijo en cada grano:
Por sus llagas
santas y gloriosas
nos proteja
y nos guarde
Jesucristo, nuestro Señor. Amén.

Concluido este rito, el presbítero José Luis Nava llevó el cirio encendido en procesión hasta el presbiterio.

¡Alégrense, por fin, los coros de los ángeles!
De inmediato, en la voz del diácono Julio Julio se escuchó solemnemente el Pregón Pascual que anunció que: ¡Esta es la noche en que Cristo ha vencido a la muerte y del infierno retorna victorioso!

Liturgia de la Palabra
Esta segunda parte de la “madre de todas las vigilias” se inició con el relato de los hechos principales de la historia de la salvación. Estos hechos se describieron en siete lecturas del Antiguo Testamento tomadas de la ley y los profetas y dos lecturas del Nuevo Testamento, específicamente de los apóstoles y del evangelio. Se cantó un Salmo después de cada lectura y después de una breve pausa el celebrante realiza una oración.

Terminada la última lectura del Antiguo Testamento, con su Salmo y la oración correspondiente y encendiendo las velas del altar, se entonó el Gloria, mientras se tocaban las campanas. De mayor alegría se llenó el sagrado lugar.

Posteriormente, la lectura de la Epístola dejó claro que Cristo, una vez resucitado de entre los muertos, ya no morirá nunca.

La celebración continuó con un glorioso Aleluya, para dar paso a la lectura del Evangelio y la homilía breve que ofreció el obispo diocesano.

“La resurrección nos abre a la esperanza, al futuro eterno de Dios”
Destacó monseñor Polito Rodríguez:
“Esta semana termina en la gloriosa Resurrección de Jesús que mueve nuestra vida, recordándonos que la luz siempre triunfa sobre la oscuridad. Es el acto central y más significativo de la fe cristiana”.

Dijo además que “la resurrección es la confirmacion de la fe y la esperanza del cristiano. Es momento de apropiarnos del triunfo de Cristo que es nuestro triunfo; de dejar atrás todo lo que no es coherente en nuestra realidad de cristianos”.

Adicional a esto, el obispo de San Carlos manifestó que la resurrección no es una idea abstracta, sino un acontecimiento histórico que transformó el curso de la historia y cambió la vida de las personas.

“Jesús venció el poder de la muerte abriendo el camino hacia la vida, su vida eterna para todos los que creemos en Él; su resurrección confirma su identidad de Hijo de Dios. La Pascua es una oportunidad para experimentar el gesto benevolente de Dios que se da al hombre para rescatarlo”, dijo monseñor.

Tercera parte: Liturgia bautismal
Dirigiéndose a la fuente bautismal, hermosamente preparada para este momento, monseñor Polito Rodríguez extendió sus manos y realizó la bendición del agua.

Concluida esta parte, con las velas encendidas, la asamblea renovó las promesas bautismales como signo de su deseo de unirse más a Cristo.

Continuó la litugia eucarística en la que con renovado gozo los fieles recibieron el Cuerpo de Cristo en la sagrada comunión.

Con el rocío de agua bendita y la bendición final por parte del obispo diocesano concluyó la más grande y noble de todas las solemnidades.

El tiempo pascual es el más importante de todos los tiempos litúrgicos, porque se celebra el centro de la fe cristiana, que es la muerte y la resurrección de Jesús. Este tiempo se inaugura en la Vigilia Pascual y termina el Domingo de Pentecostés.

El color litúrgico de este tiempo es el blanco o el dorado.

Es un tiempo de alegría y de gozo porque Cristo venció a la muerte y está lleno de victoria.

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